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domingo, 27 de enero de 2008

Sor Juana Ines en su celda

Veo desde mi ventana el patio. El sol cae a plomo como un castigo divino. Todos los fantasmas de este convento se esconden como vampiros de luz.

Afuera de estas paredes, transcurre el mundo, la mujeres hablan en la plaza, los hombres cortejan a las jovenes... pero aquí todo es silencio, sombra y olvido.

Ya ni mis libros me acompañan, ni mi música, ni las tertulias en el torno. Hoy más que nunca, me siento muerta en vida.

Estás muy lejos de mi, tú mi persona amada... Hace tantos años que no sé de ti, de tus ojos de tu sonrisa, de tu aliento.

Mis batallas, mis glorias, son una sombra en el espejo, un olvido, un grito en la montaña… y encima esta fiebre que me consume. Este infierno intra corpore que me consume...

El sol a mediodía y esta celda son un infierno me agobia. Sólo rezos, murmullos y chismes llegan a mi. ¿Dónde están mi pluma, mis papeles y mi rosario de azabache? ¿Dónde está la Virreina que no viene a consolarme?


Si al menos supiera que aún estás ahí, que piensas en mi. Pero hace tantos años que no estás, y sólo me queda este cuerpo viejo que se arrastra entre la enfermedad y la muerte mientras recorre las paredes y los estantes vacíos.

Hasta mi vanidad me ha abandonado.

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