Un viaje después de oír el canto de las sirenas. Un viaje después del país de los lotófagos. ¿Habrá alguien destejiendo el tapiz para mí?
Partiendo de la octava isla llegue a la misteriosa Menfis, vi las murallas de Tiro, me perdí en los mercados de seda de Samarcanda. Crucé el desierto y fui vendido como esclavo. Maté, robé y me consagré a dioses antiguos y terribles.Cerqué junto a los cien reyes los muros de la Troade, esperando liberar a hija de Leda. Marché con los mirmidones cargando el tesoro de Príamo y nos olvidamos del hogar. Lo perdí todo en la tormenta y llegué a la isla de la hechicera. Cegué al cíclope. Quemé mis barcos he hice el camino a pie.
Amé, pero nunca supe si fui amado. Lloré en la soledad de la tierra de hombres barbaros. Conocí a buenos, santos y honrados hombres. Fui soldado, maestro, carpintero. Fui amo y señor de las lejanas tierras de los Suevos. Hice el camino acompañado y en solitario. La fabulosa Bizancio me recibió, al igual que la perdida villa de Lundugum.
Aprendí lenguas extrañas... supe expresar el amor en veinte lenguas y en la corte de emperadores crueles fui su bufón. Compre exquisitos perfumes. Me detuve en el camino a ver a los hijos de mis amigos pasar y no me reconocieron. Marcho hacia Ítaca pero no sé si alguien desteje el tapiz esperándome o tan siquiera si aún existe en medio del mar.
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