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lunes, 3 de diciembre de 2012

RUMBO A ÍTACA

Un viaje después de oír el canto de las sirenas. Un viaje después del país de los lotófagos. ¿Habrá alguien destejiendo el tapiz para mí?

Partiendo de la octava isla llegue a la misteriosa Menfis, vi las murallas de Tiro, me perdí en los mercados de seda de Samarcanda. Crucé el desierto y fui vendido como esclavo. Maté, robé y me consagré a dioses antiguos y terribles.


Cerqué junto a los cien reyes los muros de la Troade, esperando liberar a hija de Leda. Marché con los mirmidones cargando el tesoro de Príamo y nos olvidamos del hogar. Lo perdí todo en la tormenta y llegué a la isla de la hechicera. Cegué al cíclope. Quemé mis barcos he hice el camino a pie.



Amé, pero nunca supe si fui amado. Lloré en la soledad de la tierra de hombres barbaros. Conocí a buenos, santos y honrados hombres. Fui soldado, maestro, carpintero. Fui amo y señor de las lejanas tierras de los Suevos. Hice el camino acompañado y en solitario. La fabulosa Bizancio me recibió, al igual que la perdida villa de Lundugum.



Aprendí lenguas extrañas... supe expresar el amor en veinte lenguas y en la corte de emperadores crueles fui su bufón. Compre exquisitos perfumes. Me detuve en el camino a ver a los hijos de mis amigos pasar y no me reconocieron. Marcho hacia Ítaca pero no sé si alguien desteje el tapiz esperándome o tan siquiera si aún existe en medio del mar.

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