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jueves, 17 de enero de 2013

MECÁNICAS CELESTES

Hace unos días en la cuesta de Moyano encontré un viejo libro muy deteriorado L'ordine dell'universo, de un tal Tomasso Cabalieri fechado en 1835, pretendía ser un aggiornamento del In divinis ordo mundi que en su día publicara fray Ioanes Agnus Dimittis uno o dos siglos antes. Dentro del libro una hoja doblada y amarilla del tiempo, escrita con esa compleja letra decimonónica a la que el ordenador nos ha desacostumbrado contenía unas líneas que algún lector olvidó y que la desidia del tiempo conservó.

El pergamino se se encontraba en el capítulo de Meccanica celeste, y dado que no tenía ningún título me he tomado la libertad de intitularlo así... creo que ninguno de los posibles implicados se podrá molestar por esto.

Una última advertencia, entre la caligrafía, lo antiguo del papel y a que algunos fragmento eran a todas luces incomprensibles, es probable que no haya sido todo lo fiel al texto que debería haber sido, por favor sepan disculpar a este traductor aficionado.

"Primer motor o motor inmóvil. Origen de todo, sin el y desde su contemplación estática nada se movería. Madre, progenitora, principio, aliento, sustento, amparo. Sin ella nada, con ella todo. De ahí partimos y nos alejamos hasta el plano terrestre, lejos de ella mordimos la manzana prohibida, lejos de ella empezó el viaje [...] Estrella guía, a la que no siempre vemos.

Segundo motor o círculo seráfico. Hermanas, amigas, madres, mujeres todas. Diana, Anann, Ceres, Isthar y Atabey. Amparo, puerto en la tormenta. Piedra de la primera piedra, sabiduría revelada. reflejo de la luz y del primer motor [...] Sin su apoyo los mortales perderíamos el rumbo y  no pudiéramos salir del país de los lotófagos o derribar los muros de Jericó. Por medio de su luz vemos la luz del primer motor.

Tercer motor o círculo angélico. Ariadna, desentrañando el laberinto. Helena bella y olvidadiza. Pitia sentada en su trípode.  Asientan nuestros pies en la tierra, muestran el camino. Pasado y presente en el plano terreno, en esta Mesopotamia  rodeada por el Lete y el Mnemosine [...]

Cuarto motor o de los prados asfódelos. Tras cruzar el Lete, lugar del olvido y de la tierra al revés. Indiferentes, imprecisas, trasparentes, presentes y ausentes[...]


Quinto motor o del Tártaro. La Esfinge, secuestrada, maldita y condenada custodia la puerta de las tres  sirenas. Criaturas marinas, cristalinas y de ojos esmeralda. Condenadas a estar unidas por una cadena de oro mientras una cuenta una mentira, otra una verdad y la tercera desmiente a las otras dos."